[]

[]

PARTE DE GUERRA

Tras esta [barricada] encontraréis: los principios que inspiran mis libros; los poemas y cartas del personaje protagonista de la segunda parte de mi novela "La ciudad doliente"; las novedades y noticias de la lucha de mis libros por ser leídos; los planes más secretos sobre mis nuevas obras, sus escenarios, personajes, edificios y acontecimientos; y mi apoyo a personas que hacen cosas buenas, bonitas, originales.

martes, 29 de abril de 2014

Cartas desde el encierro



Derrámame tu amor que no se acaba
con esa compasión que no se agota,
remiéndame esta alma  sucia y rota
que apenas ya recuerda si te amaba.
Yo quiero el manantial de luz que lava
de aquella rara ínsula remota
entre verdes praderas, donde brota
la vida que a raudales se me daba.
Sosiégame que estoy desesperado,
abrázame la cruz que ya no puedo,
me caigo de rodillas derrotado
y ya no me levanto, aquí me quedo
¿por qué será que me has abandonado
ahora que hace frío y tengo miedo?





viernes, 25 de abril de 2014

Cartas desde el encierro



Mi corazón se turba desconfiado
porque tu amor no ha prendido la cera;
mi espíritu no recuerda quien era
y presiente que lo has abandonado.
¿Estará mi aposento preparado?
¿Podré sentarme contigo a la hoguera?
¿Habrá una luz que alumbre desde fuera
si en el camino quedo rezagado?
Ven a buscarme y llévame contigo
que sin tu guía erraré el sendero
Repíteme la verdad mientras ando
apoyándome en tu hombro de amigo.
Tú, que eres la vida y lo verdadero
¿ahuyentarás lo que me está angustiando?





miércoles, 23 de abril de 2014

Cartas desde el encierro



No dejes que mis lágrimas se pierdan
sobre la tierra cuando las derrame.
No silencies mi grito cuando clame
amarguras que como dientes muerdan.
Aunque mis enemigos me recuerdan
no queda quien por mi nombre me llame,
ni hay ya sobre la tierra quien me ame,
ni recuerdos que por mí se remuerdan. 
Recoge mis lágrimas en el hueco
de tus manos para mostrar mi llanto.
Elévame la voz desesperada,
repitiendo mi grito como un eco.
Sosténme en pie porque sin ti no aguanto
esta carga de soledad pesada.






martes, 22 de abril de 2014

Cartas desde el encierro



Te busco con el corazón de fuego,
en la brisa del aire cuando canta,
en la flor que me ofrece cada planta,
y en el húmedo olor de lo que siego.
Pero tú te escondes como en un juego,
porque mi obstinada razón te espanta
adonde mi frágil fe se quebranta
para dejarme abandonado luego.
Mi corazón se derrama como agua
en tu presencia tranquilizadora
que me inflama el alma para que vibre.
Escucho entonces la verdad que fragua
mi pecho, bienaventurado ahora,
porque sé que la verdad me hará libre.

martes, 15 de abril de 2014

Alto secreto: buscando una casa para mi personaje Mario en Lavapiés, segunda parte

En mi anterior entrada, recorría el centro de Madrid buscando una casa para mi personaje Mario. Paseé, sin itinerario definido, desde la Puerta el Sol hasta el final de Echegaray, donde finalizaba mi anterior relato. Esta bonita calle está dedicada a nuestro más desconocido y polifacético premio Nobel de literatura que además de escritor fue matemático, ingeniero, ministro y qué se yo cuántas cosas más.




Agotada la calle Echegaray giré obligadamente por Huertas, hasta llegar a la calle de San Sebastián donde me encontré con un viejo conocido: el Palacio del Conde de Tepa, ya restaurado y convertido en lujoso hotel. Al fondo divisaba la plaza de Santa Ana y el hotel de los toreros, hoy Meliá Me Madrid, con una terraza en las alturas digna de visitar.





Este antiguo palacio es protagonista de un importante suceso de mi novela, La ciudad doliente, y guarda en su interior dos bonitos secretos: una sala mágica de bóvedas vaídas,  que creo que ahora sirve de zona de aguas para solaz de los clientes del establecimiento, y una zona acristalada que permite ver bajo el suelo subterráneo del palacio el "Viaje de Agua de la Fuente Castellana", una antigua canalización que, junto con otras, servía a la ciudad para abastecer de agua a casas y fuentes y que se construyó a comienzos del siglo XVII. En el palacio se puede contemplar un pilón de granito adonde llegaba el agua desde las galerías subterráneas de ladrillo en arco de medio punto. En el número 1 de la calle Almagro se conserva un registro accesible, por el que se pueden visitar las galerías de ladrillo de esta antigua obra hidráulica ya sin uso.




Justo enfrente del palacio nos encontramos con la parroquia de San Sebastián. Durante la guerra civil se destruyó el templo original casi por completo: el bando republicano, primero, lo quemó y el bando nacional, después, lo bombardeó con mucha puntería.  El templo que hoy vemos es una reconstrucción poco fiel con la iglesia original. Conserva, eso sí, un tesoro en su interior que se anuncia al visitante con un azulejo.




"¿Qué tengo yo que mi amistad procuras?" comenzaba uno de sus más conocidos y bellos sonetos. No me parece que un azulejo sucio sea la mejor manera de honrar la memoria del fénix de nuestras letras.




Por Atocha, tomé la calle Cañizares hacia la calle Magdalena, y a medio camino me topé con el restaurante "Casa Patas": flamenco en vivo y dieta mediterránea, buena combinación.  Ya en la calle Magdalena descubro el palacio del marqués de Perales y su fachada barroca. Hoy es la sede de la filmoteca española.


Mas adelante paso frente a la bonita casa donde vivió y murió Alberto Aguilera el alcalde de la ciudad que aprobó el proyecto de la Gran Vía. 





Otra casa de la calle, muy parecida a la del alcalde, adorna uno de sus balcones con unos pequeños pitufos azules.





Cuando cruzo por la calle Relatores, me paro a contemplar el azulejo que la rotula y que explica gráficamente el porqué del nombre. En muchas calles del centro de la ciudad aparecen este tipo de azulejos que explican con un sencillo dibujo, el acontecimiento, el oficio o la persona a que debe  su denominación el lugar. Los relatores eran funcionarios de los Juzgados que "relataban" los expedientes judiciales a los Tribunales formados por varios miembros colegiados.




Cuando alcanzo la plaza de Tirso de Molina, los prunos en flor me la tienen engalanada y bonita.



Tirso de Molina es uno de mis dramaturgos preferidos del barroco, aunque el pobre tiene discutidas no pocas de sus obras. En "El burlador de Sevilla" aparece por ¿primera vez? el mito del don Juan. Y en otra de ¿sus obras? "El condenado por desconfiado", desarrolla una máxima teológica muy oportuna: "las señales no son de Dios, sino del diablo".




Salgo de la plaza por la calle Mesón de Paredes, no si antes mirar hacia la calle del duque de Alba y divisar uno de sus palacetes.



Mesón de Paredes fue el mesón que le dio nombre a esta calle donde abundaban, seguramente por ser el primero. Todavía podemos parar a tomar vino de consagrar en la Taberna Antonio Sánchez, fundada por el torero que le da nombre en el año 1830. Los rótulos de su madera nos transportan a la época.




Sigo caminando la calle hasta llegar a la fuente de Cabestreros, ya en las profundidades de Lavapiés. Aquí la gente que encuentro es de toda raza y nacionalidad y tengo la impresión de que se pasan muchas horas en la calle, hablando y trapicheando .



En el ensanche que le hace Cabestreros a Mesón de Paredes, encuentro el primer edificio que podría servirle de hogar a Mario. Se trata de un edificio muy desastrado que tiene muchas, si no todas, sus viviendas okupadas. Las sábanas que cuelgan con quejas, proclamas y símbolos del movimiento lo dejan claro. La comunidad que lo habita se auto denomina "La Quimera de Lavapiés".



No me convence el lugar ni el edificio, al que le falta algo, no sé, personalidad, por lo que sigo caminando en busca de un hogar mejor para mi personaje. Llego al final de la calle, donde alcanzo lo que queda de las Escuelas Pías de San Fernando, en el cruce con la calle Sombrerete. Este edificio derruido y reconvertido parcialmente en biblioteca, fue escuela multitudinaria y gratuita de pobres y menesterosos tutelada por los padres Escolapios. La iglesia, de la que se conserva parte de la nave cuadrangular, debió ser magnífica a juzgar por sus restos.



Mi idea, entonces, es llegar por Sombrerete hasta la plaza de Lavapiés y subir desde allí toda la calle de igual nombre, porque ¿qué mejor lugar para que Mario viva que la plaza o la calle que dan nombre al barrio? Antes de emprender de nuevo la búsqueda, me detengo a contemplar la corrala que se levanta entre Tribulete y Sombrerete pero que regala su fachada vista a Mesón de Paredes. Estoy tentado de que Mario viva en un lugar tan pintoresco y tan cargado de historia popular, pero ya no es el tiempo de Galdós y hoy día este edificio, por su singularidad, se ha revalorizado mucho (incluso se representan zarzuelas en su patio) y no sería creíble como vivienda del infortunado y pobre Mario.



Emprendo el camino previsto, pero no encuentro nada en la plaza de Lavapiés que cumpla con mis expectativas. Tampoco veo nada que me sirva en el primer trayecto de la calle Lavapiés, donde sigo andando entre etnias y lenguas extranjeras. Por azar me desvío de Lavapiés y tomo la calle de Jesús y María, que le nace en un chaflán a Lavapiés y luego continúa su camino más o menos en paralelo. De repente, en el horizonte de la calle, diviso una bandera pirata que promete.




Me acerco hasta el lugar, justo en el cruce con la lúgubre calle de la Cabeza. Allí, sin que yo lo hay sabido hasta ese momento, me espera la casa de Mario. El inmueble amenaza ruina y está okupado, con proclamas del movimiento, adornos, muñecos y banderas reivindicativas por toda la fachada. Pleno de personalidad. La búsqueda ha terminado.





Con mi objetivo cumplido, volví a la plaza de Tirso de Molina justo cuando me empezaba a amenazar una tormenta de verano.



Me cobijé en el metro justo a tiempo para no empaparme. La red de metro de Madrid es la octava del mundo y la segunda de Europa, solo detrás de la de Londres, qué bien.





lunes, 14 de abril de 2014

Alto secreto: buscando una casa para mi personaje Mario en Lavapiés, primera parte



Mario,  el  personaje  en cuestión, es  un  chico  joven,   desafortunado y  que se ha   quedado sin respaldo familiar por circunstancias que contaré en su debido momento. Se ve obligado entonces a vivir del otro lado de la sociedad, de la  manera  que  viven  los  desfavorecidos.  Mi  personaje necesitaba una casa  que  fuera  acorde  con  su  situación  marginal. La  zona  la  tenía  decidida: Lavapiés,  solo  quedaba  encontrar  el  edificio  adecuado.  Me  eché a  la  calle muy dispuesto a encontrarle a Mario su casa sin más tardar. Me subí al metro y me bajé en la parada de Puerta del Sol, de donde salí por la boca de la calle  Preciados. Allí  me di de bruces con un edificio que me era familiar.








En este edificio se encontraba la tienda de productos coloniales de Mateo de Murga, el padre del Marqués de Linares. La recordaréis todos los que hayáis leído La ciudad doliente. De allí me encaminé hacia la Puerta del Sol.





La sede de la Comunidad de Madrid que preside Sol, fue otrora el edificio de gobernación y la morada infame de la Dirección General de Seguridad del Estado durante la dictadura del General Franco. Entonces era imposible hacer manifestaciones delante del edificio. Sus muros fueron silenciosos testigos de los interrogatorios y torturas de muchos jóvenes idealistas de aquella época.






Mario escribirá sus poemas del Antirrealismo Poético en los muros grises de los edificios de la plaza y de sus alrededores. También sobre el cristal de la nueva entrada del metro, la que llaman la oruga por su aspecto, aunque a mí más bien me parece una ballena, como la que se tragó a Jonás.







Me encaminé por Montera hacia la Gran Vía, aun sabiendo que me alejaba de mi destino.  Allí encontré el pasaje del comercio, que comunica la Montera con la calle de las Tres Cruces. Este pasaje se llamó originariamente de Murga, en memoria, también, de don Mateo de Murga que financió su construcción. Florecían por entonces estas construcciones comerciales en las principales ciudades europeas, pero por el motivo que fuese no tuvieron el mismo éxito en Madrid. Hoy día, el pasaje se encuentra muy modificado y deteriorado; una pena. La influencia extranjera del lugar se puede apreciar en la ortografía del cartel "PASAGE DEL COMERCIO".








Al desembocar en la Gran Vía, el edificio de telefónica me recibe bajo el cielo azul de Madrid. El imponente edificio, primer rascacielos de la ciudad, fue construido para que "halagase al comprador de acciones de la compañía", y vaya si cumplió con su objetivo.









Muy cerca, justo en la esquina con Hortaleza, se erige el noble edifico del Círculo de la Unión Mercantil e Industrial, que recientemente ha abierto en su planta de calle un nuevo Casino de juego para la ciudad.






Tras contemplar largo rato la Gran Vía, me encaminé hacia la plaza de Canalejas donde todo es bonito. Allí es imposible no detenerse a mirar por la calle Sevilla hacia la de Alcalá.






El nombre de esta plaza honra a quien fue presidente del gobierno de España por el partido liberal, José Canalejas. Don José fue asesinado en 1912 por el anarquista, Manuel Pardiñas, en la Puerta del Sol de tres disparos de pistola. El asesino, al verse atrapado por la escolta del Presidente, se quitó de seguido la vida. Llama la atención la influencia que en aquella época tuvo el anarquismo en nuestra vida política, liquidando a tres presidentes en poco menos de 25 años. También es digno de estudio que en nuestro país hayan sido asesinados tantos presidentes del gobierno: Prim, Cánovas, Canalejas, Dato y Carrero Blanco. Los reyes han salido, sin embargo, mucho mejor parados.







Antes de abandonar la plaza, tengo tiempo para contemplar la casa de Allende -con su mirador de madera al estilo del cantábrico y ese aire de cuento para niños- y el edificio Meneses, que se le adosa con mucho estilo. Luego me salgo de la plaza por la carrera de San Jerónimo hasta su cruce con la calle de Echegaray, que tomo. Esta calle se conserva, casi en su totalidad, como fue.





A su media altura me encuentro con "La Venencia" una taberna antigua que solo sirve vino de Jerez, tierra de su fundador y motivo de su nombre. De todos los bares y locales del lugar, este es sin duda el de sabor más auténtico, pues en su interior todo se conserva como fue, aunque  más viejo y sucio.






El interior de la taberna es como una vieja fotografía del pasado. La caja registradora me parece digna de enseñarse en un museo, aunque algo esquiva, porque no me dejaron fotografiarla.









Al final de la calle Echegaray se me apareció un bonito edificio de ladrillo con formas geométricas en relieve, no siempre bien tratados por la ciudad en su conservación.









jueves, 10 de abril de 2014

Cartas desde el encierro



Cúbreme con tu sombra protectora,
dame tu refugio y sé mi baluarte,
haz que el miedo de la noche se aparte
y líbrame del peligro ahora.
Comamos de esa cena que enamora
para que pueda solamente amarte
seguro de encontrarte en cualquier parte
cuando llamo y acudes sin demora.
Recuerda que tan solo soy un hombre
que te invoca y espera tu respuesta
colmado de dolor y sufrimiento.
Recuerda que yo conozco tu nombre
y que tengo mi esperanza puesta
en que sufres si escuchas mi lamento.









miércoles, 9 de abril de 2014

Cartas desde el encierro



Buscaré tu rostro entre las personas
para encontrarte aunque no sepa cómo.
Oiré tu voz con mi oído romo
hasta que comprenda lo que pregonas.
Mientras hallo el amor con que emocionas
fingiré tu tacto en mi piel de plomo
y que tus manos me alivian el lomo.
cuando sin pedírtelo me perdonas.
Atiende mi consternado lamento,
oye mi súplica desesperada.
Derrotado y de rodillas me postro:
aparta ya de mí este sufrimiento,
alíviame la carga tan pesada
y si escuchas, no me escondas tu rostro. 












lunes, 7 de abril de 2014

Cartas desde el encierro




¿Me llevarás por las verdes praderas?
¿Me arribarás a las aguas tranquilas?
Sé que mientras yo duermo tú vigilas
y que mi pesada carga aligeras.
Entre lo oscuro del valle me esperas
para guiarme y me riegas las pupilas
del suave caldo de las camomilas.
¿Qué fue lo que te di porque me quieras?
Viérteme tu perfume en la cabeza,
llena mi copa que rebose vino
para que me embriague de su pureza.
Ven, acompáñame por el camino
que nada temeré de la maleza
si tu cayado guía mi destino.