a sabiendas de que será la última.
Te he querido como solo se quiere
en la vida a una mujer, solo a una.
Tu perfume claro me reconforta
en este instante previo a la lucha,
poco importa ya lo que nos dijimos
cuando el mar del amor hizo su espuma.
Ahora solo recuerdo tu sonrisa,
aquel botón abierto de tu blusa.
Tus dedos acariciando mi cara,
mis manos buscando la excusa
para rozar tu piel siempre suave.
Nuestras miradas, desde lejos, juntas.
Amor mío, hoy te escribo esta carta
porque me siento solo y tengo dudas:
por los difíciles días que se vienen
que no sé si sabré estar a la altura.
Solo me reconforta tu perfume
claro: me embriaga para que no huya.
También sé que cuando el miedo aparezca
se me vendrá después la imagen tuya:
tus dedos acariciando mi cara
aquel botón abierto de tu blusa.
Adiós, amor mío, ya me reclaman,
se hará de noche y no saldrá la luna.
Mi libertad estuvo en tus caricias:
te mando todo mi amor por vez última.
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