por la plaza;
movías el pelo, mientras
conversabas.
De repente y a lo lejos
tu mirada,
se encontró con mi mirar.
Ruborizada,
apartaste tus dos ojos
de mi alma.
Yo proseguí con lo mío,
como si nada,
haciendo ver que tu adiós
no me importaba.
De repente y a lo lejos,
ya de espaldas,
me volviste sonriente
una mirada,
que en el centro de mi amor
hizo su diana.
Yo no sé de dónde vienes,
cómo te llamas;
si has sentido lo que yo
cuando mirabas.
Yo no sé si eras verdad
o te soñaba,
si volverás algún día
a nuestra plaza.
Yo no sé si desde entonces
también me amas.
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