volaban atentos los pájaros,
los árboles crecieron rápido
y el cielo palideció lánguido.
Rezaban por mí los semáforos
su ámbar y monótono cántico,
de mientras los gatos erráticos
quisieron morder a los cánidos.
Prestidigitadores cáusticos
convirtieron ramas en látigos
y con adoquines estáticos
emprendieron su vuelo mágico.
Pero de los hechos dramáticos,
de supuestos actos vandálicos,
ni de unos canallas fanáticos
sé nada. De respuesta un viático
de mi canciller diplomático.
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