para encontrarte aunque no sepa cómo.
Oiré tu voz con mi oído romo
hasta que comprenda lo que pregonas.
Mientras hallo el amor con que emocionas
fingiré tu tacto en mi piel de plomo
y que tus manos me alivian el lomo.
cuando sin pedírtelo me perdonas.
Atiende mi consternado lamento,
oye mi súplica desesperada.
Derrotado y de rodillas me postro:
aparta ya de mí este sufrimiento,
alíviame la carga tan pesada
y si escuchas, no me escondas tu rostro.
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