la luz se puso pálida,
la luna se vistió
su máscara de plata.
Perfecta era la noche
con una brisa cálida,
nerviosos e indiscretos
los astros nos miraban.
Tus ojos desprendían
la joven abundancia
de la felicidad
ingenua y delicada.
Mis labios prometieron
amarte hasta un mañana
eterno para siempre
efímero hasta el alba.
Miraste el cielo oscuro
e hiciste en mí una sábana,
de tu infinito tacto:
-La aurora con sus lágrimas
traerá otro nuevo día
-dijiste sin palabras.
La luna se calló,
y nadie dijo nada.
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