pervivo aunque apenas si estoy despierto,
mi espíritu hace días que se ha muerto;
respiro pero enseguida me sacio.
Escribo de continuo mi prefacio
desgastado como todo lo cierto
y atraco el corazón en cualquier puerto
desesperado, amargo, roto y lacio.
Que nadie traiga flores a mi tumba.
Que nadie llore lágrimas encima.
Que nadie sepa nunca lo que siento.
Mi boca exhala aliento a catacumba,
mis ojos no verán nunca la cima
y mi voz será siempre este lamento.
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